All Boys, Unión, Atlético Rafaela y Argentinos, la seguidilla de partidos en la que el Tolo intentará cambiar el presente de su equipo; «No voy a renunciar», anticipó el DT tras el 1-1 ante Boca.Por Damián Cáceres
«Antes de que me pregunten, les digo que no voy a renunciar. Voy a seguir al frente de Independiente. Vamos a salir adelante», anunció Américo Gallego. Como un presagio de lo que vendría, el DT de Independiente pretendía echar por tierra cualquier pregunta insidiosa sobre su futuro. Si bien el ambiente no está espeso en la zona roja de Avellaneda, una recorrida por el playón de salida del Libertadores de América o por la calle Alsina bastaba para entender el sentir del hincha del Rojo. La fe está intacta. Pero ¿hasta cuándo? Por momentos, pareciera que el Rojo vive ajeno a una realidad que ni el más pesimista imaginó un lustro atrás. Aunque cada vez más hinchas se animan y hablan del desastre que significaría descender de categoría.
«Hoy si nos íbamos al vestuario al término del primer tiempo 4 a 1 estaba bien, pero nos fuimos perdiendo. Hace rato que no veo un partido tan inclinado para un lado. Independiente tuvo situaciones de gol que no podés errar y nosotros erramos», señaló el Tolo. Es que el manto protector que irradia su nombre no alcanza para definir los partidos. Se le terminan las oportunidades a Independiente. Se le escurren como el agua entre las manos. Pasaron siete fechas del torneo Final y el Rojo permanece en descenso. Un club que apenas puede mantenerse en pie, pero cuyo coqueteo permanente con el desastre lo desmanteló de ese halo de gran campeón . Ese mote que sus hinchas recuerdan y al que se aferran, como nunca antes, para evitar caer en el abismo emocional.
Ya no sirve mirar para atrás. Sólo alcanza con aprender la lección e intentar sumar de a tres puntos ante los próximos rivales. Plasmar, más allá de las palabras, esa seguidilla de resultados que tanto ansía el Tolo para descontarles a equipos en una lucha desigual. Restan 12 finales. Y los próximos cuatro encuentros marcarán gran parte de la bisagra que defina la salvación momentánea o la desgracia futbolística del Diablo. En menos de un mes, chocará con All Boys, Unión, Atlético Rafaela y Argentinos. Nada más y nada menos que los oponentes con los que pelea en esa sala de espera, cargada de angustia extrema, en que se transforma la parte de abajo de los promedios. Una especie de purgatorio compuesto por tres temporadas de malas campañas.
El contexto, fecha a fecha, suma complejidad. Las dudas se agigantan. Los temores, también. Y los reproches, todavía a cuentagotas, comienzan a asomar. Como el del plateísta furioso que le recriminó al DT por la inclusión del pibe Lucas Villafañez. «No te preocupes que termina y me voy», le respondió Gallego con una sonrisa irónica. Un gesto típico del Tolo para aquietar las aguas. Un Tolo ecléctico que es capaz de pedir serenidad a hinchas y jugadores con la misma compulsión con la que le reclama a Laverni que expulse a Bianchi por ingresar tarde al segundo tiempo.
Así es Gallego. Un técnico en permanente estado de ebullición al que el presidente Javier Cantero respaldó, días atrás, al invitarlo a renovar el vínculo hasta el fin de su mandato, en diciembre de 2014.
Luego de un partido como el de ayer, es cierto, hay motivos que invitan a pensar en positivo. Por más que las imágenes que le devuelven sus jugadores no están ni cerca de lo que pretende Gallego, el entrenador los felicitó. Dentro y fuera del vestuario. Incluso, cuando terminó el partido y todavía con el empate atragantado, aplaudió uno a uno. Como si fuese uno más del plantel, los fue a buscar hasta la mitad de la cancha. Sobre todo al Rolfi Montenegro, quien a su entender erró el penal por «mala suerte» y no por pericia de Orion. Acaso, como una forma paternalista de cobijarlos ante una posible recriminación. Algo que ya vivieron en actuaciones para el olvido como ante Newell’s y Godoy Cruz. Ambas en casa. Ambas inmerecidas.
Hace cuatro fechas que el Rojo no gana. Ese oasis que disfrutó ante Racing se disipó por completo. Dos derrotas y dos empates, luego de vencer a la Academia. Y ante semejante panorama, ayer el Tolo reconoció: «Hay poco margen para seguir equivocándose».
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All Boys, Unión, Atlético Rafaela y Argentinos, la seguidilla de partidos en la que el Tolo intentará cambiar el presente de su equipo; «No voy a renunciar», anticipó el DT tras el 1-1 ante Boca.Por Damián Cáceres.
«Antes de que me pregunten, les digo que no voy a renunciar. Voy a seguir al frente de Independiente. Vamos a salir adelante», anunció Américo Gallego. Como un presagio de lo que vendría, el DT de Independiente pretendía echar por tierra cualquier pregunta insidiosa sobre su futuro. Si bien el ambiente no está espeso en la zona roja de Avellaneda, una recorrida por el playón de salida del Libertadores de América o por la calle Alsina bastaba para entender el sentir del hincha del Rojo. La fe está intacta. Pero ¿hasta cuándo? Por momentos, pareciera que el Rojo vive ajeno a una realidad que ni el más pesimista imaginó un lustro atrás. Aunque cada vez más hinchas se animan y hablan del desastre que significaría descender de categoría.
«Hoy si nos íbamos al vestuario al término del primer tiempo 4 a 1 estaba bien, pero nos fuimos perdiendo. Hace rato que no veo un partido tan inclinado para un lado. Independiente tuvo situaciones de gol que no podés errar y nosotros erramos», señaló el Tolo. Es que el manto protector que irradia su nombre no alcanza para definir los partidos. Se le terminan las oportunidades a Independiente. Se le escurren como el agua entre las manos. Pasaron siete fechas del torneo Final y el Rojo permanece en descenso. Un club que apenas puede mantenerse en pie, pero cuyo coqueteo permanente con el desastre lo desmanteló de ese halo de gran campeón . Ese mote que sus hinchas recuerdan y al que se aferran, como nunca antes, para evitar caer en el abismo emocional.
Ya no sirve mirar para atrás. Sólo alcanza con aprender la lección e intentar sumar de a tres puntos ante los próximos rivales. Plasmar, más allá de las palabras, esa seguidilla de resultados que tanto ansía el Tolo para descontarles a equipos en una lucha desigual. Restan 12 finales. Y los próximos cuatro encuentros marcarán gran parte de la bisagra que defina la salvación momentánea o la desgracia futbolística del Diablo. En menos de un mes, chocará con All Boys, Unión, Atlético Rafaela y Argentinos. Nada más y nada menos que los oponentes con los que pelea en esa sala de espera, cargada de angustia extrema, en que se transforma la parte de abajo de los promedios. Una especie de purgatorio compuesto por tres temporadas de malas campañas.
El contexto, fecha a fecha, suma complejidad. Las dudas se agigantan. Los temores, también. Y los reproches, todavía a cuentagotas, comienzan a asomar. Como el del plateísta furioso que le recriminó al DT por la inclusión del pibe Lucas Villafañez. «No te preocupes que termina y me voy», le respondió Gallego con una sonrisa irónica. Un gesto típico del Tolo para aquietar las aguas. Un Tolo ecléctico que es capaz de pedir serenidad a hinchas y jugadores con la misma compulsión con la que le reclama a Laverni que expulse a Bianchi por ingresar tarde al segundo tiempo.
Así es Gallego. Un técnico en permanente estado de ebullición al que el presidente Javier Cantero respaldó, días atrás, al invitarlo a renovar el vínculo hasta el fin de su mandato, en diciembre de 2014.
Luego de un partido como el de ayer, es cierto, hay motivos que invitan a pensar en positivo. Por más que las imágenes que le devuelven sus jugadores no están ni cerca de lo que pretende Gallego, el entrenador los felicitó. Dentro y fuera del vestuario. Incluso, cuando terminó el partido y todavía con el empate atragantado, aplaudió uno a uno. Como si fuese uno más del plantel, los fue a buscar hasta la mitad de la cancha. Sobre todo al Rolfi Montenegro, quien a su entender erró el penal por «mala suerte» y no por pericia de Orion. Acaso, como una forma paternalista de cobijarlos ante una posible recriminación. Algo que ya vivieron en actuaciones para el olvido como ante Newell’s y Godoy Cruz. Ambas en casa. Ambas inmerecidas.
Hace cuatro fechas que el Rojo no gana. Ese oasis que disfrutó ante Racing se disipó por completo. Dos derrotas y dos empates, luego de vencer a la Academia. Y ante semejante panorama, ayer el Tolo reconoció: «Hay poco margen para seguir equivocándose».
El delantero de Lanús, el líder del torneo, dijo que cuando el Mellizo llegó al club «se lo veía verde para pararse delante de 25 futbolistas»; «Los referentes del grupo le explicamos cómo era el tema», resaltó el uruguayo.
(Télam).- El delantero de Lanús Mario Regueiro destacó hoy que cuando Guillermo Barros Schelotto asumió la dirección técnica del equipo granate «se lo veía verde para pararse delante de 25 futbolistas» y advirtió que el único puntero del Torneo Final juega «como lo hacía con Gabriel Schurrer».
«Cuando Guillermo llegó al club se lo veía verde para pararse delante de un plantel de 25 futbolistas. Pero tuvo la suerte de encontrar un equipo armado por Schurrer, un técnico que sabe mucho, y que el grupo le respondió», puntualizó Regueiro en una entrevista con el programa radial Deportivo Télam.
«Guillermo quería jugar con un sistema 4-4-2 y en las dos primeras fechas del Torneo Inicial (derrotas con Colón y Newell´s) le mostramos que eso no funcionaba porque estábamos acostumbrados a otra cosa», precisó.
La igualdad por 0 a 0 entre Racing y Lanús
En la continuidad del relato, el uruguayo sostuvo que a raíz de esta situación «los referentes del grupo» se reunieron con el mellizo y le explicaron «como era el tema. Y él tuvo la virtud de saber escuchar y aceptar lo que nosotros le propusimos. Por eso ahora jugamos como cuando estaba Schurrer».
«Es que todos los técnicos, cuando llegan nuevos a un club, se apoyan en los mayores. Son ellos los que les explican como debe manejarse en el vestuario. Nosotros lo hicimos con él», enfatizó.
«En cuanto a la campaña con Schurrer, fue buena, porque estuvimos peleando el campeonato. Lo que pasó fue que se desgastó su relación con la gente, pero sabe mucho. Por eso me extrañó que se fuera tan rápido de Argentinos Juniors», reconoció.
Regueiro se considera «un tipo sencillo, humilde», que se adaptó junto a su familia «muy bien a Buenos Aires» y le gusta buscar sus amistades «fuera del ambiente del fútbol».
«Con mi mujer nos hicimos varios amigos que son los papás de los compañeros de escuela de nuestros hijos, especialmente los del varón, que tiene 11 años. También tenemos una niña de seis», explicó.
«Lo que pasa es que a muchos futbolistas les cuenta relacionarse con personas comunes. Pero como yo no me la creo, entonces eso no me pasa. Les caigo simpático a los que no me juzgan como futbolista. Y eso es bueno, porque uno puede hablar de otros temas que no tienen que ver con el fútbol de todos los días», apreció.
El delantero volvió a ser titular y marcó un golazo en la victoria ante Argentinos; siempre que convirtió la Academia ganó.
Volvió y facturó y fue clave para que Racing lograra su primer triunfo en el torneo Final al vencer a Argentinos 2 a 0 y recuperarse de la caída en el debut ante Atlético Rafaela . Esa tarde del 0-3 en contra, Luciano Vietto había empezado en el banco de suplentes. Anoche, recuperó la titularidad y abrió el marcador con un golazo, además de ser la figura del partido.
Iban 33 minutos del primer tiempo, cuando Vietto tomó el balón en tres cuartos de cancha. El delantero, de 19 años, maniobró, avanzó y definió con tiro abajo desde afuera del área para marcar el primer gol del partido. Fue la figura de la cancha y el público se lo reconoció cuando lo reemplazaron, a los 40 minutos del segundo tiempo, todos con la ilusión de que se destaque el fin de semana próximo en el clásico ante independiente.
Vietto es un talismán para Racing. Anoche, convirtió su sexto gol en la Academia y, siempre que marcó, el club de Avellaneda ganó. En el torneo Inicial, le hizo tres a San Martín de San Juan (3-1) y anotó de uno contra Colón (1-0, en Santa Fe) y Godoy Cruz (1-0, en Mendoza).
Luciano venía de una decepción de verano al formar parte del seleccionado argentino Sub 20, que quedó eliminado en primera rueda del Sudamericano de Mendoza. Igual, le alcanzó para ser el mejor del equipo al marcar dos tantos en esa olvidable fase inicial.
Vietto debutó en 2011 con Simeone como DT. Pero su primer partido de titular fue el 5 de septiembre ante San Martín, de San Juan, en el Cilindro, el día en que marcó los tres goles.
El pibe es de Balnearia, Córdoba. Se formó en Independiente, pero de su ciudad. Arribó a Racing en 2010 con el pase libre de la séptima de Estudiantes de La Plata. En esos momentos una duda lo invadía: abandonar el fútbol para dedicarse a estudiar o trabajar. ¿El motivo? En una frustrante prueba en Rosario Central, José Pascuttini le bajó el pulgar. Lucky, tal como le dicen en la intimidad, estaba, como nunca, paralizado, atemorizado. Pero su familia y Jorge Cysterpiller lograron torcerle el brazo.
El representante lo convenció y, para ello, lo cobijó en una de las pensiones que tenía en Barracas. Así, Vietto, todas las mañanas, viajaba desde el sur de la ciudad al predio Tita Mattiussi. Ahora, hace que Racing se permita un viaje a la ilusión.