A pesar de las quejas de los directivos xeneizes y de las pobres explicaciones, los antecedentes del festejo desmedido de Racing le juegan en contra a una Bombonera que se dirige hacia la inminente clausura.
Por: Julián IglesiasLos hechos fueron tan similares que resulta imposible no relacionarlos. Un partido que promedia el segundo tiempo, una horda de fantasmas que gana por asalto el alambrado, una banda de sonido que se replica por todo el estadio sin un solo gesto de repudio, un árbitro que debe detener el partido hasta que los que mandan en la tribuna decidan que su show terminó. Ocurrió el 5 de mayo en el Superclásico del Torneo Final y nuevamente el domingo en el partido de Boca contra Central, ambos disputados en La Bombonera. La primera vez, la celebración le costó al Xeneize la disputa de un partido a puertas cerradas. Y todo se encamina para que la sanción se repita.
Quizás la única diferencia entre ambos sucesos fueron los fuegos artificiales: contra River, el torneo pasado, estuvieron adentro de la tribuna en forma de bengalas, pero esta vez partieron desde afuera del estadio. Y no es un detalle menor, a punto tal que es el principal argumento que esgrimen los dirigentes del club para rechazar una eventual sanción. “Trabajamos fuertemente con los operativos de seguridad para que no se ingrese pirotecnia a la cancha. Y los fuegos estaban afuera”, se defendió Daniel Angelici, quien acusó a la prensa de buscar la suspensión del Alberto J. Armando: “Parece que los medios van a clausurar el estadio. Me causa gracia que a los 10 minutos de terminado el partido ya salga que iba a ser cerrado.”
Más allá de que el solo hecho de los fantasmas colgados al alambrado intencionalmente para detener el partido son motivo suficiente para que haya sanciones, uno de los principales motivos que le juegan en contra a Boca fue el poster con cargadas a River que apareció en la pantalla gigante del estadio (se trataba de la publicidad de una revista partidaria). La directiva, en este caso, deslindó responsabilidades porque el cartel electrónico está tercerizado: “Es de mal gusto, hablaré con los responsables y aplicaré las sanciones que ameriten”, aseguró Angelici en diálogo con Rock and Pop. Desde la empresa licenciataria ya pidieron perdón por el hecho.
La idea de los organismos de seguridad es aplicar una sanción para el próximo partido del Xeneize como local, contra Colón. El antecedente cercano de Racing y su “velorio” a Independiente le juega en contra al Xeneize. “Yo me veo jugando en La Bombonera”, aventuró el presidente. Habrá que ver si es con público.
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Se dice que en el Cilindro, debajo del arco que da a la tribuna local, hay enterrada una maldición desde la década del ‘70. Y el velorio que hubo por el descenso de Independiente no ayudó en nada. Desde ese día, Racing no ganó más.
Por: Nicolás ZubermanEsta noche no duermo, boludo”, le dijo Federico a su hermano esa noche en medio de la euforia de una de las cabeceras del Cilindro de Avellaneda. Federico tiene 32 años y esa noche asistió al segundo velorio de su vida: el primero había sido el de su abuela paterna y, de la impresión, decidió no volver nunca más a uno. Esa noche, como buen socio, fue a ver a Racing. Y se encontró con un velorio multitudinario: 50 mil personas –o fantasmas– que festejaban el primer descenso de Independiente a la B Nacional con velas gigantes, humo negro, ataúdes con gente adentro disfrazada de esqueleto, apagón de luces en todo el estadio y la marcha fúnebre que sonaba en los altoparlantes.
Toda esa celebración fue en la tribuna local, en el arco que da a la cancha del Rojo. Aquella noche del 21 de junio, cuando goleó 3-0 a Unión, fue la última victoria de la Academia. Quince días antes, en el triunfo ante Boca, cuando la caída de Independiente parecía sentenciada, y justo antes de que Sebatián Saja pateara un penal, un hincha disfrazado de Fantasma de la B invadió el área más cercana a esa popular y se llevó una ovación de una hinchada eufórica.
No se trata de un arco más. Según el mito, allí descansan siete sapos muertos que enterraron como maldición algunos hinchas de Independiente en la década del ‘70, justo cuando empezó la debacle del primer campeón del mundo argentino. Racing, club esotérico y mágico y fantástico como pocos en el mundo, en este frío invierno de 2013 descuidó ese detalle en medio de tanta alegría por la desgracia rival. Y ahora no son pocos los hinchas académicos que le atribuyen el mal momento que vive Racing al cóctel explosivo que se quedó entre esa macumba y el desafortunado velorio.
La leyenda de la maldición empezó a tomar fuerza en la década del ‘80, con Alfio Basile como entrenador. Cuando el Coco mandó a excavar la zona para ver si encontraban a los sapos. No se encontró nada, pero ese año Racing salió campeón de la Supercopa. “Nunca creí en esas cosas, siempre me parecieron un absurdo, pero en el plantel que jugó la temporada 87/88 uno de mis compañeros empezó con eso del arco embrujado y a contar historias de las macumbas que habían hecho detrás de ese lugar. Todos lo tomamos como una broma. Pero le metió tantas fichas a Basile que el Coco mandó desenterrar lo que para nosotros eran sapos. Por supuesto no encontraron nada y quedó como una anécdota más”, contó alguna vez Raul el Toti Iglesias, aquel recordado goleador que se transformó en referente del equipo.
Algunos años después, durante la década del ‘90 encontraron enterrados en las cercanías del arco que da a la popular local, el arco que es protagonista de esta historia, huesos de un gato. Y a partir de allí el gran mito dejó de ser el de los siete sapos y pasó a ser el de los siete gatos.
El 14 de febrero de 1998, 15 mil hinchas fueron al Cilindro pero no había fútbol: peregrinaron en una misa conducida por el ex presidente Daniel Lalín y el capellán Jorge Della Barca, donde actuó Alfredo Casero y tocó Vox Dei, para tratar de exorcizar la mala suerte de la mitad celeste y blanca de Avellaneda y que el equipo pueda volver a salir campeón. Tres años después, con los cuernitos de Mostaza Merlo y el país prendido fuego, en medio de la locura de los cinco presidentes en diez días, Racing dio la vuelta olímpica.
Pero los casos extraños en ese arco vienen de lejos y nunca terminaron: fue ahí donde la Policía reprimió en 1983 cuando la Academia descendió a la B Nacional; donde Carlos Chiquito Bossio, arquero de Estudiantes, se elevó para marcar de cabeza el empate pincha en 1995; donde Luis Rueda erró dos veces el mismo penal en la Copa Libertadores 2003, ante América de Cali, cuando quedó eliminado sin perder un solo partido; donde en 2008 Pablo Migliore voleó, la pelota le rebotó en la nuca a Esteban Fuertes y se metió en el arco local en una derrota 2-0 ante Colón. Ojo: también hay buenas para Racing ahí: la mano del Turco García en la Supercopa 1992 ante Independiente y el increíble resbalón de Claudio Bustos, en la Promoción ante Belgrano, en 2008.
Dicen: es creer o reventar. Y esos mitos, a veces, se hacen carne. En estos últimos meses, quizás influenciado por el aire cargado que quedó luego del velorio por el descenso rojo, la maldición parece haber resurgido. Desde aquella noche, en los cuatro partidos que Racing fue local hizo un solo gol en su cancha. Fue en el arco de enfrente. Y, al cabo, fue un gol en contra que marcó Carlos Araujo, defensor de Lanús. La Academia no ganó en lo que va de la temporada y, de local, recibió goles en ese arco en todos los partidos: en el 0-3 ante San Lorenzo, el uruguayo Cauteruccio abrió la cuenta en esa cabecera; ante Arsenal, los dos goles de Rolle fueron en ese arco, a minutos del final; contra Lanús, Maxi Velázquez empató agónicamente de cara a los hinchas de Racing; y el viernes pasado, Maxi Rodríguez apiló defensores en esa área y le dio el triunfo a Newell’s a cinco minutos del final.
Quizá sea por todo esto que un integrante del plantel, que no es nacido en el club pero parece que un año le alcanzó para mimetizarse, llevó los datos de cada jugador a una bruja para tratar de sacarse la mufa de encima. La movida no parece haber servido: el pedido fue antes del partido con Newell’s y el viernes pasado dos tiros de Rodrigo De Paul dieron en los palos de ese arco maldito. Acaso sea porque los siete sapos –o gatos– que supuestamente enterraron hace más de 40 años pesan más.
La barra xenezie sigue con sus amenazas. Si bien la dirigencia de Boca hizo la denuncia, se mostró a favor de la vuelta de las dos hinchada. Pero desde el gobierno advirtieron: “El River-Boca se juega sin público visitante.”
Por: Ricardo GottaSi no hay acuerdo, habrá balas en La Boca”. Aerosol negro sobre el paredón gris. La pintada apareció ayer a la mañana en una de las medianeras que da a Casa Amarilla, por la calle arzobispo Espinoza. No tenía firma. No hacía falta. El sol empezaba a entibiar la mañana helada. Un auxiliar de mantenimiento abrió la lata de pintura y con un rodillo tapó la frase.
La barra brava de Boca nunca se quedó quieta. Ni con la imposibilidad de ir a la cancha de sus jefes, Mauro Martín y Rafa Di Zeo. La interna estalla. A los tiros, como ocurrió en la batalla de Soldati o en acciones solapadas como una movida, con los medios que tienen a su alcance, para abrir la puerta del Monumental y que ellos, la hinchada visitante, pueda ir. Será en la 10ª fecha, el 6 de octubre, para el River-Boca. El manejo del dinero de las entradas es un factor clave. Lograr una movida política, para adentro de la tribuna y también para afuera, es otro tema que les importa, y mucho.
El domingo, en La Bombonera, se vio el primer anticipo público, cuando en uno de los alambrados de la tribuna de La 12, colgaron una bandera que duró casi todo el partido: “Sin visitantes, Boca-Riber (sic) no se juega”. Pero, la movida cuenta , al menos, con cierta adhesión.
El presidente Daniel Angelici juega las fichas que tiene en varias mesas. Maneja la disputa, en su rol de delfín del jefe de la Ciudad, con el gobierno nacional. “Radicamos la denuncia en la comisaría correspondiente. Esto es algo ajeno al club, no nos intimida ninguna leyenda”, aseguró. Pero, más allá de mostrarse firme ante la presión de La 12, lo cierto es que el lunes había afirmado “Un River-Boca no hay que perdérselo” y abogó porque pueden ir los hinchas visitantes. Aclaró que “Boca no decide si se juega con público visitante o no”, y luego avanzó en afirmar que “uno apoya la medida para ser solidario con el resto, pero para mí eso de jugar sin visitantes no hace a la cultura del fútbol argentino.” Dos discursos en uno.
César Martucci, vice de Fútbol Profesional del club, le explicó a El Gráfico Diario que no es potestad del Xeneize definir si su gente estará en Núñez, pero que les gustaría que así sucediera: “La responsabilidad de organizar el operativo la tiene el local. Depende de lo que decida la AFA, que se somete a la decisión del Estado. En la medida que las fuerzas de seguridad puedan garantizarlo, querríamos que estén los hinchas, como pasa con todos los clubes.”
SIN VISITANTES. El presidente de Boca, con sus dichos, apunta a las líneas que bajan desde las inmediaciones de la Casa Rosada, que son claras. El jueves pasado, Julio Grondona le insinuó al jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, sobre las presiones que recibe de los dirigentes de los clubes para normalizar el acceso de los hinchas visitantes en las canchas de Primera. Pero recibió una negativa clarísima al respecto. En esa esfera se considera que la medida, por el momento, rinde sus frutos y que se dan hechos muy aislados de violencia, hechos menores. Y que hasta las elecciones nacionales de octubre no habrá modificaciones sustanciales. Grondona, por su lado, está molesto con la nebulosa que se creó a partir de que algunas dirigencias (la mayoría de equipos del Interior) adoptaran la figura del “hincha neutral” para permitir el acceso velado de simpatizantes del equipo rival. Los clubes, en tanto, tienen una postura ambigua: por un lado, se sienten cómodos con el actual orden de cosas, que redujo el número de incidentes y los costos de los operativos policiales, pero por el otro están cada vez más presionados por las barras, que sin poder concurrir a la mitad de los partidos pierden una parte importante de sus negocios. Y ninguno de esos dirigentes confrontará con Sergio Berni.
Porque ayer el secretario de Seguridad varias veces se refirió sobre el tema. Primero luego de asistir a un operativo antidrogas. “El regreso del público visitante a los estadios de fútbol es una decisión que tendrá que tomar la AFA en consulta con las autoridades de la provincia y con nosotros.” Resaltó además: “La solución de fondo llegará cuando la justicia avance y tengamos detenidos a todos aquellos hombres y mujeres que hacen negocios ilícitos millonarios alrededor de un partido de fútbol.” Finalmente, por la tarde afirmó, tajante: “El River-Boca se juega sin público visitante.”
Y como si faltara poco, en Núñez tampoco tienen voluntad de recibir a los hinchas del Xeneize: los dirigentes de River se excusan una y otra vez de hablar en público sobre el tema, pero fuera de los micrófonos consideran que es una movida política que parte desde La Ribera y que acatarán sin miramientos, y hasta con agrado, la determinación que tomen la AFA y la Seguridad.
¿Cuál Racing ve Luis Zubedía? Su equipo fue otra vez vencido claramente, esta vez por Tigre, pero el entrenador salió desafiante a asegurar: “Hubo accidentes que hacen que el arranque sea malo.”
Por: Nicolás ZubermanEl área, ese espacio del fútbol en el que todo se debe resolver de manera expeditiva por falta de tiempo y espacio. La excepción: Racing, ese equipo que en estas cuatro primeras fechas de la temporada regaló los metros más cercanos a su arco de una manera impensada. Lo había mostrado en la dura derrota 0-3 ante San Lorenzo, había quedado expuesto en la caída por la Sudamericana con Lanús.Ayer su endeblez defensiva lo dejó desnudo.
Gastón Díaz tiró un pelotazo cruzado de 40 metros al corazón del área académica. Sergio Araujo tuvo tiempo de matarla con el pecho, dejarla picar y calibrar la mira para poner la pelota en el segundo palo, bien lejos de Saja. Fue el primero de los tres goles en los que el Matador tuvo tiempo de todo en el área visitante. Eso es la Academia: un equipo con defensas bajas. Un cuadro que se deja cachetear. Que sumó sólo un empate en cuatro partidos, al que ya le gritaron nueve veces. Si hasta para cerrar una tarde paupérrima permitió que José Sand entrara casi caminando al arco para cortar con una sequía goleadora que ya llevaba 634 días.“Fue una derrota. Un muy mal arranque. Hubo accidentes que hacen que el arranque sea malo. Pero no tengo dudas de que vamos a terminar en lo más alto de la tabla, aun cuando la mano viene fea”, afirmó Luis Zubeldía, que ayer no tuvo que sufrir los insultos de los hinchas como el miércoles pasado. En la tribuna visitante sólo estaban el plantel de Reserva –que encima cayó 5 a 0– y Gastón Cogorno y Roberto Ayala, quienes aseguraron –por lo alto y también por lo bajo– que más allá del pésimo comienzo la continuidad del técnico no está en peligro.Sin embargo, el presidente y el mánager se fueron preocupados de Victoria. No es para menos: Zubeldía varió los nombres –Luis Ibáñez y Mario Regueiro jugaron desde el arranque–, el sistema –improvisó con Rodrigo De Paul casi como doble cinco al lado de Agustín Pelletieri– y las pequeñas sociedades –Luciano Vietto y Valentín Viola en la delantera– pero el resultado fue el mismo. Y el rendimiento, aun peor. “De una vez por todas hay que sumar. Si no se suma, el objetivo no se cumple. Si no se cumple, al club no le sirve y a mí tampoco. No tenemos el buen rendimiento que queríamos. Pareciera que estamos perdiendo lo que teníamos”, fue la única autocrítica que hizo el entrenador, que se mostró muy confiado con el futuro que le espera a su equipo.¿Qué señales ve Zubeldía para intuir ese promisorio horizonte? Ayer no se pudo ver ninguna. O al menos parece difícil sacar algo positivo después de ver un equipo que tuvo como único sistema de juego los pelotazos para Vietto y Viola, dos pibes que juegan muy bien al fútbol pero que no pueden hacer milagros. Tigre, sin muchas más virtudes que orden y actitud, lo dobló en la mitad de la cancha y manejó el partido con total tranquilidad pese a que aún no había sumado de a tres. “Estamos metidos en esa desesperación que parece que no te sale nada. Ahora más que nunca hay que confiar en lo que hay. Por eso digo esto, aunque suene chocante. El objetivo lo vamos a cumplir. No tengo duda: lo digo ahora después de dos derrotas duras”, definió Zubeldía. Suena chocante, sí. Tanto como que Racing perdió 3 a 1 en Victoria con total merecimiento.ZUBELDÍA I“Prefiero que se la agarren conmigo. Sé que para la expectativa que había el arranque es malo directamente, no tiene matices.”ZUBELDÍA II“Ni pienso en renunciar. Hay que pasar este momento. Hubo accidentes y errores puntuales que nos llevaron a este mal arranque.”GOLES EN CONTRA9Le marcaron a Racing en estos cuatro partidos: uno ante Colón, tres contra San Lorenzo, dos ante Lanús y los tres de Tigre ayer.CORTÓ LA RACHA364días llevaba Sand sin gritar un gol. Rompió la sequía justo ante Racing, su ex club, con el que había marcado por última vez.4 pasos en falsoColón. Al minuto, iba en ventaja. Se tiró atrás, le igualaron y no pudo triunfar.San Lorenzo. En un Cilindro vacío, perdió el clásico 3-0 y dejó dudas.Lanús. Por la Copa, tuvo un buen nivel pero cayó 2-1 de local y se complicó.Tigre. Obligado a ganar, jugó el peor partido de los cuatro. Y cayó por 3-1.
La Academia jugaba bien y su gente, que volvía a la cancha, estaba contenta. Pero en siete minutos Lanús le metió dos goles y desató la furia. El descuento no calmó los ánimos: Zubeldía y el árbitro, los centros de la bronca.
Paolo Goltz salta a cabecear sin marca en el punto del penal del área de Racing. Sebastián Saja salva el arco. La pelota queda en el área chica. Carlos Izquierdoz le gana en el anticipo a Agustín Pelletieri y a Martín Migliónico. La pelota, ahora, da en el palo: el rebote le vuelve a quedar a un jugador visitante, Lucas Melano, que define en soledad. Así fue el primer gol del partido, el que cambió el clima de la fría noche de Avellaneda. Tres veces ganaron los futbolistas de Lanús en el área local.
Los 38 minutos anteriores a ese gol, habían sido dominados por la Academia, que no pudo definir las dos chances claras que tuvo cuando todavía el partido estaba 0-0. En desventaja, el sueño americano se le puso cuesta arriba. El Cilindro, encima, empezó a tomar temperatura porque sus hinchas arrastraban el fastidio de la derrota a solas ante San Lorenzo, donde no pudieron expresar su fastidio porque tienen prohibido ver a su equipo debido a los excesos en el festejo del descenso de Independiente durante la última fecha del campeonato pasado. “Movete, Racing, Movete”, exigió la tribuna. A los 44, el termómetro aumentó aun más: Silvio Romero aprovechó su velocidad en un contrataque que resolvió perfecto.
Y ahí, 0-2 abajo de local en una competición que valora tanto el gol de visitante, su gente explotó. Cuando Luis Zubeldía enfiló para el túnel se empezaron a escuchar los silbidos, que después se volvieron golpes con las manos y con los pies al techo del túnel que lleva desde el césped al vestuario local. Y algo parecido, aunque con menos bronca, cuando se fueron los futbolistas.
Entre la desventaja y los nervios, la Academia nunca pudo volver a ser el que fue antes de estar abajo en el resultado. Lo que le faltó ayer durante el primer tiempo a Racing, al cabo, fue lo esencial de este juego: gol. Luciano Vietto, su goleador, no podía estar por arrastrar una suspensión de la Sudamericana 2012. Bruno Zuculini, el segundo en la lista de artilleros racinguista, se fue lesionado a los 25 minutos de partido. Eso lo sufrió ayer Racing, que pareció tener una cuota grande de mala suerte. Mario Regueiro, por caso, no pudo debutar ayer desde el arranque porque se tuvo que quedar en Uruguay por una desgracia familiar.
Anoche, después de que Ricardo Centurión también salga lesionado, algún esotérico de los que siempre hay en el Cilindro, aseguraba que Racing le había vendido el alma al Diablo con el descenso de Independiente. Pero a Centurión lo remplazó otro pollo de Zubeldía. Roger Martínez, un colombiano nacido en Cartagena de Indias hace 19 años, que revolucionó el partido. Le dio una vida más a Racing en su primera aparición. La guapeó, abrió con De Paul, quien mandó el centro para la palomita de Viola. En la segunda, armó una buena jugada en tres cuartos para dejar mano a mano a Gabriel Hauche, qué falló.
El colombiano hizo recordar a Teófilo Gutiérrez: pura potencia y optimismo. Fue el bálsamo que sirvió para dejar calmar los ánimos en un Cilindro que hervía y para que Racing siga con vida en esta copa. Para Zubeldía, a quien otra vez le salió bien la apuesta de hacer debutar un juvenil, no deja de ser un aviso esos golpes que retumbaban sobre su cabeza durante el entretiempo. Y cada vez los siente más cerca.
Algunos dicen que el mejor puesto, en el fútbol, es el de número nueve. Otros dicen que es el diez, pero me estoy refiriendo a cómo se jugaba antes, cuando el diez era el conductor del equipo, el más hábil, el talentoso.
Pero yo siempre digo que el mejor puesto es el mío, el puesto de utilero, con toda la cuestión de las camisetas, los pantaloncitos y los botines. Porque lo de ser director técnico jodido y mire si lo sabré yo, que he visto pasar por el club a infinidad de técnicos y quien más quien menos, todos vivían con una úlcera así de grande por la presión de los resultados, las puteadas de la gente y las exigencias de los directivos. Yo he visto llorar a técnicos en el cuartito de la lavandería, después de perder un partido, como Esteban Turbio, pobrecito, que llegó al club siendo un gordito jodón y rubicundo y se fue con una patada en el culo, tres meses después, con ocho kilos menos y un color en la cara que daba pena, se lo juro.
En cambio el utilero, como en mi caso, siempre está ahí, calladito, anónimo, preparando el mate para los muchachos, doblando las camisetas, contando los pares de medias, viendo si no desapareció algún pantaloncito. Oculto bajo el cemento de la tribuna, como si fuera un búnker ¿sabe? Uno de esos búnkeres que uno veía en las películas de guerra, que eran todos de cemento y apenas sobresalían de la tierra.
Y usted está ahí, todo el día, día y noche, siempre con luz artificial, enterrado en vida, pero seguro, escuchando, a lo sumo, el rugir arriba de la tribuna, el griterío, la silbatina. E incluso, a veces, le juro que es impresionante, el temblar incontrolable del cemento, la vibración del cemento, como si fuera un terremoto, como si en cualquier momento se le fuera a caer a usted encima toda esa masa de concreto y piedra y hormigón, además de miles y miles de personas, sobre la cabeza.
Admito que es un trabajo anónimo, muy anónimo. Siempre sueño que algún día la AFA disponga que cuando se da la constitución de los equipos se incluyan los nombres de los utileros. O que los pongan en el tablero electrónico, con la formación, en chiquito nomás, en letra más chica que la letra con que se ponen los nombres de lo jugadores, los técnicos y los suplentes. Pero que se ponga. Continuar leyendo
El delantero regresa del préstamo en el Chievo Verona y los dirigentes quieren retenerlo. Ya desecharon una oferta por él de un club mexicano.
La conjunción de virtudes y juventud ilusionan al hincha de la Academia que previo al inicio de cada torneo pensaba en la cantidad y calidad de jugadores que podrían llegar para ser figuras con la celeste y blanca. Sin embargo, los tiempos cambiaron y en la actualidad las mentes racinguistas primero se preocupan en que no sea desmantelado este equipo que inyectó optimismo en la tribuna académica y luego en los hombres que le adosen su talento. Y ante la esperanza de un semestre con logros, el regreso de Gabriel Hauche es una alternativa importante para un equipo que pretende reforzarse con jerarquía, aunque como la mayoría de los clubes, no cuenta con muchos recursos.
Finalizados los seis meses de cesión del delantero en Chievo Verona, tanto el entrenador Luis Zubeldía como la dirigencia, contemplaron la incorporación de quien durante el campeonato de verano había sido una de las figuras del equipo y que ante el ofrecimiento del fútbol italiano partió a su primera experiencia internacional, aunque con apenas unos pocos minutos en el Calcio. Ante la mala experiencia europea y las pretensiones académicas el ex Argentinos Juniors no dudó en continuar su carrera en Racing.
Incluso la dirigencia habría rechazado una oferta del exterior por el delantero al que ya lo considera como refuerzo para el próximo torneo. La llegada de Hauche será también significativa para engrosar ese sector del equipo ante los posibles alejamientos de José Sand y Javier Cámpora. Incluso es factible que arriben más atacantes al plantel de Zubeldía, si es que se produce la venta de alguna de las varias joyas de inferiores que atesora el plantel de Racing. Por ota parte, también se menciona que hay interés por contratar a Maximiliano Caire, de Colón para que se desempeñe como lateral.
Lo acusaron de cargar y los sanjuaninos casi lo boxean.
Como hace casi dos años, la policía y el personal de seguridad privada debieron meterse dentro del campo de juego en medio del descenso de un equipo. Esta vez la mala le tocó a San Martín, y los incidentes no ocurrieron en las tribunas, sino dentro de la cancha. Una pisada y un gesto innecesario hacia la tribuna de parte de Juan Manuel Iturbe terminaron en una batahola en la que todo el plantel santo, incluidos los suplentes, quiso trompear al zurdo. “Eso de cargar no se hace, ese pibito es un tarado pero ya nos vamos a encontrar y lo voy a cagar a trompadas”, dijo Cristian Álvarez tras los hechos. Eso de cagarlo a trompadas no se concretó porque entre los jugadores de River y los oficiales de seguridad llegaron a interceder antes de que las increpaciones pasaran a mayores. Uno de los que tuvo una participación clave fue Eder Álvarez Balanta, quien frenó a un embaladísimo Luis Ardente. “No quería que lo lastimaran”, dijo el colombiano. Otro que se metió fue Marcelo Barovero, quien primero protegió a su compañero, y después le reprochó su comportamiento. Con los ánimos más calmados, Iturbe intentó ensayar una disculpa pública, pero terminó embarrando las cosas: “Les pido perdón a los jugadores de San Martín, el gesto tal vez estuvo demás. Sé en la situación en la que está y no se la deseo a nadie. Pero me dijeron que me iban a matar por pisarla y encima nos pedían que fuéramos para atrás.” Así se despidió de River el juvenil, que volverá al Porto a seguir su carrera.
Ya que no habrá visitantes, la pretensión es llenar la cancha con hinchas propios.
Esa vez fue tremenda. Única. Para el olvido. Porque el Monumental completo, saltando, delirando, se apagó, se chocó contra una pared inesperada: esa noche, la noche de los penales, Boca lo dejó afuera de la Copa Libertadores, en 2004, en la semifinal. Esa fue la última vez que el estadio tuvo un partido a cancha llena con los colores del Millonario. Porque el Día de la Bandera Más Larga, el año pasado, estuvo repleta, pero no hubo encuentro oficial. Eso es lo que quieren que pase el domingo, cuando River enfrente a San Martín de San Juan y se aproveche la condición de la ausencia de visitantes, que dictó la AFA.
Desde ayer a las 21 arrancó el sistema de canje de Top Show para conseguir localidades en la tribuna Centenario, que serán más de 4000 entradas. Lo que será, además, un ensayo interesante: se evalúa para el año que viene que se modifiquen los ingresos de los hinchas de River y la popular local pase a ser la que antes era la visitante, para evitar casos de violencia y resolver los puntos complejos de acceso, que generan cruces en Libertador y Quinteros.
Ayer fue, por eso, un día de festejo para los hinchas de River. Después de mucho tiempo, el canje se amplió y fueron pocos, muy pocos, los que se quedaron sin entradas. Algo que, además, armará una fiesta importante donde los hinchas podrán aplaudir a los jugadores que este torneo hicieron la mejor campaña de los últimos tiempos, con 32 puntos acumulados, que pueden volverse 35.
Ramón Díaz, en la práctica de hoy, comenzará a armar el equipo que pondrá la semana que viene. Los once que salgan a la cancha, por ahora, serán una gran duda, puesto que no podrá estar el Lobo Ledesma por lesión y otros que entrarán en la lista de prescindibles para el próximo campeonato. Aun así, los que estén podrán disfrutar de una gran celebración de la hinchada, que prepara un enorme recibimiento para el entrenador, al que le agradecerán este torneo en el que acumuló una buena cantidad de puntos y consiguió un buen funcionamiento del equipo.
Los equipos no salieron al campo tras el descanso por órdenes de los organismos de seguridad. Durante la primera mitad se produjeron incidentes en la tribuna visitante y en el ingreso de los simpatizantes de Lanús.
Con un gol del defensor Leandro Desábato, Estudiantes superaba a Lanús desde los 36′ de juego. Luego, a los 45′ llegaba el segundo por medio del delantero Duvan Zapata.
Durante el entretiempo, Patricio Loustau decretó la suspensión del encuentro.
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Tras el segundo de River, la gente de Independiente explotó y volaron butacas. Por suerte el partido pudo seguir y no hubo más líos.
Llegó el segundo gol de River, el de Lanzini, y la gente de Independiente explotó. Hubo algunos que rompieron el alambre de una tribuna y parecía que iba a ser difícil continuar con el juego. Volaron butacas, pintaba para imágenes más violentas pero por suerte la situación se frenó ahí. Y el clásico pudo llegar a su fin, sin problemas. En el final se vieron algunos llantos en la tribuna del Rojo, por el momento duro del equipo. Y encima viviendo la fiesta ajena…
Antonio Mohamed fue presentado ayer como nuevo técnico de Huracán. Ante más de mil personas, el Turco lloró y se emocionó por el afecto. Pidió “unión en el club” y cumplir el sueño de todos: “Estar en Primera.”
Oscar Tabárez le había preguntado si prefería evitar el partido ante Huracán, el domingo en La Bombonera, porque todos sabían que era quemero. El 27 de octubre de 1991, Antonio Mohamed salió a la cancha. En el círculo central, miró cuántas personas había en la tribuna visitante. Blas Giunta lo advirtió: “Para el otro lado, Turquito.” Ese día, Mohamed no quiso hacer dos goles. En la primera situación de gol, en el área que sopletea con el aliento La Doce, cara a cara con el arquero Gabriel Puentedura, se demoró y tocó atrás para Diego Latorre. En la segunda, recibió un pelotazo de Gabriel Amato, contuvo hasta el final el remate y perdió el balón. “¡El Turco los cagó, los cagóoo, el Turco los cagó”, cantaron los hinchas de Huracán. Los bosteros lo crucificaron: salió del estadio escondido en el baúl de un auto. Años más tarde, después de ir al psicólogo, interpretó: “El cuerpo tiene memoria. Actúa por instinto. Mi instinto era no hacerle daño a Huracán. El subconsciente te traiciona. ¿Cómo dice El Chavo del Ocho? Lo hice sin querer queriendo.”
Antonio Mohamed –43 años, recién llegado del Xolos de Tijuana, entrenador desde 2001– fue presentado ayer como nuevo técnico de Huracán en la sede de Avenida Caseros ante mil personas. Allí, en Parque de los Patricios, al Turco se le vidriaron los ojos. Lloró y dijo: “Es mentira que resigné cosas. Es un desafío muy importante. Estoy donde quiero estar. Estar acá no tiene precio: es lo más lindo que me puede pasar. Me pone muy feliz ver a toda la familia de Huracán. Estoy emocionado por el afecto que me demuestran. Venía mentalizado para no lagrimear, pero esto es fuerte.” Al Turco le ofrecieron un banco para que se quedara en México. Eligió el Globo. “Ojalá que en un año –deseó– cumplamos la ilusión de estar en Primera, el sueño de todos. Quiero unión en el club.” En el gimnasio, entonces, resonó: “¡De la mano del Turco, vamos a volver, a La Boca, a Boedo y a Liniers!”
El Turco anotó el gol del ascenso de Huracán en 1990, ante Los Andes, de visitante. Jugó en Boca e Independiente y se exilió en México. En 2002 intentó regresar: tenía seis meses para jugar gratis a partir de la necesidad del Monterrey de liberar un cupo de extranjero. Carlos Babington, entonces entrenador, lo rechazó. En 2006, con el Turco como DT, Huracán empató los dos partidos de la Promoción ante Argentinos y se quedó a un paso de la Primera. Se fue. A mediados de ese año, sufrió un accidente automovilístico en Alemania. Murió su hijo Faryd. Volvió y ascendió en 2007, ganándole la Promoción a Godoy Cruz en Mendoza. Le escribió un poema a Huracán y lo leyó en una cena con los hinchas. Cuando dirigió al Rojo, le ganó 5-1 al Globo. Estaba descendido. Un gol de Boca ante Gimnasia le dio una vida más en la Promoción.
El microestadio de la calle Urquiza se llama Faryd Mohamed. En la esquina de Colonia y Patagones un mural lo retrata –habano y boina– junto a otros íconos de la Quema. Mucho para tenerlo lejos.